AUTOR DEL BLOG DE LA UNIVERSIDAD DE DOGOMKA

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El cielo me ha fascinado desde que tuve uso de razón. A los 13 años de edad realicé un trabajo acerca del Sistema Solar en la escuela y gané un premio junto con mis compañeros Juan, Eugenio, Fernando y Modesto, mi tía Paqui me obsequió con mi primer libro de astronomía, escrito por José Comás Solá, estudiando este libro, nace mi vocación por la astronomía. Cada noche salía al campo para identificar y conocer las estrellas, solía llevar conmigo unos binoculares y pasaba largas horas viendo el firmamento. Mi madre me regaló mi primer telescopio. Me formé como matemático y estudié complementos de astronomía posicional y astrofísica teórica, colaboré escribiendo artículos tanto en inglés como en español para tres revistas: «Sky and Telescope» (EE.UU.); «The Astronomer» (R.U.) y «Tribuna de Astronomía» (España) entre 1982 y 1988. Actualmente tengo 60 años y estoy estudiando un posgrado sobre Historia de la Ciencia y la Tecnología, Filosofía de la Ciencia y Lógica en la UNED, estoy prejubilado.

sábado, 20 de abril de 2024

[17] LAS SOMBRAS DE BARRO DE CARLOS CASTAÑEDA (SOBRE LOS FORÁNEOS)

 


                                                           SOMBRAS DE BARRO

Un relato incluído en el undécimo libro de Castaneda

«EL LADO ACTIVO DEL INFINITO»

Texto, comentario e interpretación


El filósofo Platón, sabio de la antigüedad que vivió durante el siglo V antes de nuestra era, mentor de Aristóteles y aprendiz de Sócrates tuvo una visión sobre la realidad que trató de exponer en su famoso «mito de la caverna» descrito en su obra «La república», Platón consideraba que existe una realidad pura e inconcebible por los sentidos usuales del ser humano y que lo que podemos conocer y percibir a través de nuestros sentidos son «sombras» de esa realidad.

En el capítulo 19 dentro del apartado «Más allá de la Sintaxis» del libro de Carlos Castañeda «El lado activo del infinito» se trata un diálogo entre don Juan Matus y Carlos sobre la existencia de unos seres extraños e inorgánicos, es decir, son seres dotados de conciencia e inteligencia, pero que no tienen un cuerpo físico y vivo como los que percibimos habitualmente, sino que son conciencias de otra dimensión y de otra naturaleza. 

Los hombres de conocimiento o chamanes de México sabían de su existencia y los denominó «aliados» con la pretensión de que a través de estos seres, podrían obtener algún tipo de poder llegando a algún tipo de acuerdo con ellos, en una realidad diferente a nuestra realidad y que sólamente los que aprendieron a ver  la energía tal como fluye por el universo se toparon con ellos e interactuaron, pero el resultado fue auténticamente desastroso, estos seres tienen una característica, son depredadores y en un desafortunado acuerdo que hubo hace miles de años, ellos tomaron posesión de la totalidad de los seres humanos, los doblegaron y desde entonces, la humanidad está bajo el designio que ellos nos han marcado, servirles de «alimento» desde un punto de vista energético.

Los nuevos hombres de conocimiento los denominan «seres inorgánicos», «foráneos», «depredadores» y otros adjetivos.

A lo largo de mi vida, he llegado a interactuar con estos seres y el resultado fue tan horroroso para mí que yo los denomino «repugnantes» o «foráneos».

Sobre este asunto se habla en este texto escogido.

Para observar a los foráneos es necesario acceder al proceso extrasensorial de ver, algo que se puede llegar a adquirir con una práctica asidua del «silencio interno», para ello, tenemos que buscar la manera de dejar «nuestra» mente completamente limpia de recuerdos, pensamientos, análisis, en definitiva, diálogo interno. Lo mejor es comenzar por dedicar un tiempo a diario para realizar esta meditación, cerrando los ojos, ir descartando todo lo que se produce en forma de pensamientos en la mente, como si pasásemos imágenes de fotos en una tableta o móvil, al eliminar un pensamiento, automáticamente surge otro y otro y otro... hay que establecer un proceso de «pensamiento en blanco» que no es fácil de realizar, en otra entrada, buscaré la manera de exponer con mayor detalle este entrenamiento. Cada día, buscamos quedarnos en silencio interno durante unos minutos, por ejemplo: 5 minutos, ponemos la alarma y lo intentamos, si vemos que no hemos conseguido nada de nada (los pensamientos siguen ahí sin dejar pausa al silencio), al día siguiente duplicamos la duración de la meditación. Así, trabajaremos arduamente en este interesante propósito y cuando mantengamos el silencio interior, sucede el milagro, abrimos los ojos y el mundo se para, todo deja de ser lo que hasta ahora siempre ha sido, comenzaremos a percibir la energía que hay en todas las cosas, poco a poco, se irán perfilando, pues el proceso, afortunadamente es acumulativo. Es decir, si has conseguido parar el mundo tras 40 minutos de meditación, entonces, has entrado en silencio interno por 2 minutos, a la siguiente vez, necesitarás menos tiempo de meditación para obtener el mismo tiempo de silencio interno. Cada persona, por sus características energéticas tiene su propio proceso, yo tardé muchas horas en conseguirlo, pero sin buscarlo, simplemente como práctica que inicié para tratar de buscar tranquilidad, ya desde niño, lo hacía, buscaba aislarme de todo, no soporto bien los ruidos ni gritos y esto me ayudó entrenarme en el silencio interno hasta que con 18 años, una mañana de verano, en la playa, conseguí sin previo aviso, parar el mundo y sentir la energía directamente, desde ese lejano día de 1982 suele sucederme sin previo aviso, pues no suelo buscarlo deliberadamente salvo para algún propósito.


SOMBRAS DE BARRO

(Capítulo decimonoveno del libro. Parte: Más allá de la Sintaxis)

Texto adaptado y simplificado

I.- Dualidad del ser humano y naturaleza dual

Estábamos cómodamente sentados en unas sillas tapizadas en la parte posterior de su casa, en las montañas de México central. Era por la tarde y soplaba una brisa placentera. El sol quedaba por detrás de la casa, a medida que su luz iba desvaneciéndose las sombras de los grandes árboles del patio eran exquisitas. Era un lugar agreste, muy diferente del desierto de Sonora.

Hoy vamos a discutir un tema muy serio de la brujería -dijo don Juan de manera abrupta-, y vamos a comenzar por hablar del cuerpo energético. Me había descrito el cuerpo energético incontables veces, diciéndome que era un conglomerado de campos de energía que conforman el cuerpo físico cuando es visto como energía que fluye en el universo. Había dicho que era más pequeño, más compacto y de apariencia más pesada que la esfera luminosa del cuerpo físico. 

El cuerpo físico y el cuerpo energético eran dos conglomerados de campos energéticos comprimidos y unidos por una extraña fuerza aglutinante, que según la tradición chamánica antigua, es la fuerza más misteriosa del universo, considerándosele que es la esencia pura y real de todo el cosmos, es la única dualidad verdadera en el ser humano, por ser la realidad última de la energía la base de otras realidades y dualidades.

Habitualmente, cuerpo energético y cuerpo físico (en su aspecto energético) solían mantenerse unidos pero a distancia y el objetivo del entrenamiento es acercar a ambas estructuras para compactarlas.

Acercar el cuerpo energético a partir de un cierto umbral personal supone la ventaja de poder construirnos un doble a partir de esa energía, otro cuerpo físico, con la misma consistencia que la que percibimos habitualmente nuestro cuerpo, con la misma solidez y consistencia, una réplica exacta.

También es posible hacer justo lo contrario, tomar la energía del cuerpo físico para transformarlo en una réplica del cuerpo energético, un antidoble.

Para poder comprender estos intentos es necesario trasladarse a un estado de conciencia y cognitivo diferente al habitual, sólamente es posible saber que esto es una realidad cuando se está viendo la energía tal y como es.

Don Juan estaba muy sorprendido con el comportamiento de mi estructura energética, pues notó que mi cuerpo energético, en lugar de alejarse de mí (como sucede normalmente), se me acercaba a gran velocidad. -¿Qué significa el que se me esté acercando, don Juan? -pregunté. -Significa que algo te va a sacar la mugre -dijo don Juan sonriendo-. Un grado tremendo de control va a aparecer en tu vida, pero no tu control; el control del cuerpo energético. -¿Quiere decir, don Juan, que una fuerza externa va a controlarme? -pregunté. -Hay montones de fuerzas externas controlándote ahorita mismo -don Juan replicó-. El control al que me refiero es algo que está fuera del dominio del lenguaje. Es tu control pero a la vez no lo es.

I.- Comentario sobre mi experiencia con mi dual

No recuerdo haber construido un doble, pero sí tengo constancia, de que poseo tal doble.

De niño, siempre me decían que había estado en tal sitio o cual sitio y que no había saludado o que no quise hablar con ese amigo o vecino que me vió, yo me limitaba a decir que a esa hora y en ese día estaba en otro lugar haciendo otra cosa.

Salía con Marisa, una chica de la que anduve enamorado unos años en la adolescencia, entre mis 15 y 17 años, salíamos en plan de amigos, proveníamos de una pandilla que se fue disgregando hasta desaparecer y al final quedamos nosotros dos solos que continuábamos yendo a bailar los sábados a Torremolinos. Un día, llamé a Marisa a su casa y ella no quiso ponerse al teléfono, me atendió su madre, Isabel. Ella me dijo que me había portado muy mal, que Marisa y ella fueron a comprar al Mercado de Huelin, a la pescadería y que me vieron allí trabajando, Marisa se acercó a "mi"  sonriente y yo ni siquiera hice ni por saludarla. Marisa lloró ante tal desprecio y su madre también lamentó "mi" manera de actuar. Tardé mucho tiempo en convencerlas de que no era yo esa persona y de hecho, fuimos al mercado juntos, pero el muchacho que Marisa creyó que era yo, ya no trabajaba allí, por lo que la confusión se hizo mayor. Lo cierto es, que Marisa acabó por dejarme y aunque no nos peleamos, todo se enfrió, ella conoció a otro muchacho y comenzó a salir con él y pasaron los años y todo quedó en el olvido.

A mis 21 años, estaba haciendo el servicio militar y quería mucho a una persona que se llama Emilia, ella me ayudó mucho, aunque no lo hizo nunca de manera desinteresada, pues mi madre le pagaba al confiar en sus servicios, en mi profunda ingenuidad, yo sentía auténtica devoción por ella, era como una hermana mayor para mí, ella tenía 34 años por entonces y solía llamarla por teléfono, al menos, una vez cada semana. Entonces, Emilia se me quejaba con frecuencia, de que cuando terminaba de hablar por teléfono con ella, me veía por su casa, estando yo a más de 300 km. de distancia y que aparecía y la miraba, y eso le incomodaba un poco al principio, pero luego se volvió algo pesado, pues no tenía intimidad personal. Yo le dije que no era consciente de que pudiese producir ese fenómeno, pero al parecer, lo producía.

Igualmente me ha sucedido con otras amistades, como Rosa o Sergio, también con mi propia madre, en fín, el hecho de poseer un doble, es como tener un cuerpo físico como el que tengo sin más propósito que eso, pues el doble entraba y salía a su antojo, espiaba, y no se podía comunicar (no hablaba, solo sonreía). 

Me produjo más problemas que ventajas, así que perdí a un montón de amistades que habían interaccionado con mi dual y entonces, busqué la manera de acercarlo a mí, de tenerlo conmigo, pero venía y se iba, a través de las ensoñaciones, el doble comenzó a darme información de lugares que visitaba, gente que veía y lo que veía y estaba siendo ampliamente informado de muchas cosas que luego me resultó muy útil conocer, pero en un sueño especial, busqué la manera de que mi doble me acompañase y ambos viajamos hasta Londres, una vez allí, nos acercamos a mi antigua escuela, en South Kensington y le dije que entrara por la puerta y preguntara sobre mí, si tenían alguna ficha médica o expediente para poder acceder a él, ya que el doble era yo. Pero al cerrarse la puerta, salí desde allí, abandonando a mi doble a su suerte, esto sucedió hace 25 años aproximadamente, allá por 2002 y desde entonces, corté mi enlace con mi dual, aunque algunas veces he tenido sueños de andar vagando por las calles de Londres, nada más, imagino que será mi dual, comunicándome sus sensaciones. Ahora, desde el año pasado, tengo una necesidad como de ir a rescatarlo, he viajado en sueños (astrales) pero no consigo encontrar a mi dual, por otro lado, quería ir físicamente hasta la ciudad de Londres y recorrer esos lugares por si encontrase esa energía y adherirla a mí para traerlo a casa de regreso.


II.- La entidad que nos acompaña y nos confunde

No puede ser clasificado, pero sí puede ser experimentado. Y, por cierto y por sobre todo, puede ser manipulado. Recuerda: puede ser manipulado, por supuesto, para tu beneficio total, que no es, claro, tu propio beneficio sino el beneficio del cuerpo energético. Sin embargo, el cuerpo energético eres tú, así es que podríamos continuar indefinidamente como perros mordiéndose la propia cola, tratando de explicar esto. El lenguaje es inadecuado. Todas estas experiencias están más allá de la sintaxis. 

La oscuridad había descendido muy rápidamente, y el follaje de los árboles, que momentos antes brillaba de color verde, estaba ahora muy oscuro y denso. Don Juan dijo que si yo prestaba atención intensamente a la oscuridad del follaje, sin enfocar la mirada sino mirando como con el rabillo del ojo, vería una sombra fugaz cruzando mi campo de visión. -Ésta es la hora apropiada para hacer lo que te voy a pedir -dijo-. Toma un momento en fijar la atención necesaria de parte tuya para lograrlo. No pares hasta que captes esa sombra fugaz negra. 

Vi de hecho una extraña sombra fugaz negra proyectada en el follaje de los árboles. Era, o bien una sombra que iba de un lado al otro, o varias sombras fugaces moviéndose de derecha a izquierda o de izquierda a derecha, o hacia arriba en el aire. Me parecían peces negros y gordos, peces enormes. Era como si gigantescos peces espada volaran por el aire. Estaba absorto en la visión. Luego, finalmente, la visión me asustó. Estaba ya muy oscuro para ver el follaje, pero aun así veía las sombras fugaces negras. -¿Qué es, don Juan? -pregunté-. Veo sombras fugaces negras por todos lados. 

-Ah, es el universo en su totalidad -dijo-, inconmensurable, no lineal, fuera del reino de la sintaxis. Los chamanes del México antiguo fueron los primeros que vieron esas sombras fugaces, así es que las siguieron. Las vieron como tú las viste hoy, y las vieron como energía que fluye en el universo. Y, sí, descubrieron algo trascendental. Paró de hablar y me miró. Sus pausas encajaban perfectamente. Siempre paraba de hablar cuando yo pendía de un hilo. 

-¿Qué descubrieron, don Juan? -pregunté. 

Descubrieron que tenemos un compañero de por vida -dijo de la manera más clara que pudo-. Tenemos un predador que vino desde las profundidades del cosmos y tomó control sobre nuestras vidas. Los seres humanos son sus prisioneros. El predador es nuestro amo y señor. Nos ha vuelto dóciles, indefensos. Si queremos protestar, suprime nuestras protestas. Si queremos actuar independientemente, nos ordena que no lo hagamos. 

Estaba ya muy oscuro a nuestro alrededor, y eso parecía impedir cualquier expresión de mi parte. Si hubiera sido de día, me hubiera reído a carcajadas. En la oscuridad, me sentía bastante inhibido. 

-Hay una negrura que nos rodea -dijo don Juan-, pero si miras por el rabillo del ojo, verás todavía las fugaces sombras saltando a tu alrededor.  Tenía razón. Aun las podía ver. Sus movimientos me marearon. Don Juan prendió la luz, y eso pareció disiparlo todo. 

-Has llegado, a través de tu propio esfuerzo, a lo que los chamanes del México antiguo llamaban el tema de temas -dijo don Juan-. Me anduve con rodeos todo este tiempo, insinuándote que algo nos tiene prisioneros. ¡Desde luego que algo nos tiene prisioneros! Esto era un hecho energético para los chamanes del México antiguo. 

-¿Pero, por qué este predador ha tomado posesión de la manera que usted describe, don Juan? -pregunté-. Debe haber una explicación lógica. 

-Hay una explicación -replicó don Juan-, y es la explicación más simple del mundo. Tomaron posesión porque para ellos somos comida, y nos exprimen sin compasión porque somos su sustento. Así como nosotros criamos gallinas en gallineros, así también ellos nos crían en humaneros. Por lo tanto, siempre tienen comida a su alcance. Sentí que mi cabeza se sacudía violentamente de lado a lado. No podía expresar mi profundo sentimiento de incomodidad y descontento, pero mi cuerpo se movía haciéndolo patente. Temblaba de pies a cabeza sin volición alguna de mi parte. 

-No, no, no, no -me oí decir-. Esto es absurdo, don Juan. Lo que usted está diciendo es algo monstruoso. Simplemente no puede ser cierto, para chamanes o para seres comunes, o para nadie. 

-¿Por qué no? -don Juan preguntó calmadamente-. ¿Por qué no? ¿Por qué te enfurece? 

-Sí, me enfurece -le contesté-. ¡Esas afirmaciones son monstruosas! 

-Bueno -dijo-, aún no has oído todas las afirmaciones. Espérate un momento y verás cómo te sientes. Te voy a someter a un bombardeo. Es decir, voy a someter a tu mente a tremendos ataques, y no te puedes ir porque estás atrapado. No porque yo te tenga prisionero, sino porque algo en ti te impedirá irte, mientras que otra parte de ti de veras se alocará. Así es que, ¡ajústate el cinturón! Sentí que había algo en mí que exigía ser castigada. Don Juan tenía razón. No podría haberme ido de la casa por nada del mundo. Y aun así, no me gustaban para nada las insensateces que él peroraba. 

-Quiero apelar a tu mente analítica -dijo don Juan-. Piensa por un momento, y dime cómo explicarías la contradicción entre la inteligencia del hombre-ingeniero y la estupidez de sus sistemas de creencias, o la estupidez de su comportamiento contradictorio. 

Los chamanes creen que los predadores nos han dado nuestro sistemas de creencias, nuestras ideas acerca del bien y el mal, nuestras costumbres sociales. Ellos son los que establecieron nuestras esperanzas y expectativas, nuestros sueños de triunfo y fracaso. Nos otorgaron la codicia, la mezquindad y la cobardía. Es el predador el que nos hace complacientes, rutinarios y egomaniáticos. 

-¿Pero de qué manera pueden hacer esto, don Juan? -pregunté, de cierto modo más enojado aún por sus afirmaciones-. ¿Susurran todo esto en nuestros oídos mientras dormimos? 

-No, no lo hacen de esa manera, ¡eso es una idiotez! -dijo don Juan, sonriendo-. Son infinitamente más eficaces y organizados que eso. Para mantenernos obedientes y dóciles y débiles, los predadores se involucraron en una maniobra estupenda (estupenda, por supuesto, desde el punto de vista de un estratega). Una maniobra horrible desde el punto de vista de quien la sufre. 

¡Nos dieron su mente! ¿Me escuchas? Los predadores nos dieron su mente, que se vuelve nuestra mente. La mente del predador es barroca, contradictoria, mórbida, llena de miedo a ser descubierta en cualquier momento. Aunque nunca has sufrido hambre -continuó-, sé que tienes unas ansias continuas de comer, lo cual no es sino las ansias del predador que teme que en cualquier momento su maniobra será descubierta y la comida le será negada. A través de la mente, que después de todo es su mente, los predadores inyectan en las vidas de los seres humanos lo que sea conveniente para ellos. Y se garantizan a ellos mismos, de esta manera, un grado de seguridad que actúa como amortiguador de su miedo. 

II.- Comentario personal sobre las entidades foráneas

No es fácil atender a las disquisiciones de don Juan Matus acerca del dogma de fe sobre el sistema de creencias que los chamanes mexicanos tienen sobre las entidades foráneas y su naturaleza.

Pero yo he detectado no sólo en mi mismo sino en todos los demás, la naturaleza foránea.

Es cierto, que el ser humano puede distinguirse por su gran pericia, habilidad, capacidad y actuar con notable inteligencia, pero sigue siendo una gran minoría, de un total de seres humanos que pueblan este mundo, que lo sobrepueblan, pues ya hay más seres humanos que otras cosas en este mundo, la mayoría son ignorantes, tremendos ignorantes de la vida. 

El ser humano cree bobadas de todo tipo, sírvanos de ejemplo que creer también en el chamanismo castadeniense entra en esta categoría, el colmo es encontrarnos con gente negacionista: que si la Tierra es plana, que si el hombre nunca ha estado en la Luna, que si las vacunas son para reducir la población humana, que si las trazas de los aviones, que nos están fumigando, que están experimentando. Desgraciadamente, hay cosas que te ponen a dudar y que los negacionistas lo están llevando al tope de sus acciones, pero si no queremos perder el control de nuestra razón, es mejor que miremos para otro lado.

Yo he visto, he presenciado y me he comunicado con un ser extraño, monstruoso que habitaba en mí, concretamente en lo alto de mi cabeza, en una zona de energía con forma de estructura geométrica y el ser habita en su interior, yo tengo una especie de icosaedro (tiene entre 43 y 58 caras irregulares triangulares y pentagonales) en lo que denomina EGC (estructura geométrica compacta) del HTY1 (estructura del Tetragrammaton).El ser es como un animal, parecido a un reptil o dragón, o incluso serpiente, vive como enroscado ahí, y se alimenta de la energía vital de uno.

Resulta que yo me sientía identificado con ese ser en el pensamiento, pues mi mente es la suya, pero poco a poco, me fui diferenciando y haciendo cosas que al foráneo no le gusta, al foráneo no le gusta el aburrimiento, no le gusta la disciplina ni mucho menos le gusta el silencio y yo le fui dando dosis elevadas de todo eso, el foráneo quiere guerra, sangre, muerte, matanzas, videojuegos, sexo, poder, bienes materiales, consumo, robar, estafar y todas esas lindezas que caracterizan al hombre actual y antepasado.

Un día, con 35 años de edad, estuve trabajando activamente durante todo el año 1999 y en un trabajo de meditación recreativa, tras tenerlo todo preparado durante las últimas semanas, tomé una cuchilla imaginaria, como una especie de guillotina que construí con mi imaginación (intento) y la pasé por la EGC, liberándome de ella, pero paso algo extraño... (dentro de todo lo extraño que fueron todas esas experiencias)... De pronto, surgió desde mi interior, otra EGC rugosa, como de cartón-piedra, algo falsificado. Era un foráneo falso, y desde ese día, mi estructura energética presenta esa cosa. Algo supo mi cuerpo sobre el riesgo que se corre cuando uno carece de foráneo y de instalación foránea (HTY0), pues en la dimensión de la energía, hay objetos gigantescos y animados, son foráneos sin posesión (los sintecho) y estos si te ven que no eres uno como los demás, no dudan en aplastarte y destruirte.

III.- El alimento de los dioses

-No es que no pueda aceptar esto como válido, don Juan -dije-. Podría, pero hay algo tan odioso al respecto que realmente me causa rechazo. Me fuerza a tomar una posición contradictoria. Si es cierto que nos comen, ¿cómo lo hacen? 

Don Juan tenía una sonrisa de oreja a oreja. Rebosaba de placer. Me explicó que los chamanes ven a los niños humanos como extrañas bolas luminosas de energía, cubiertas de arriba a abajo con una capa brillante, algo así como una cobertura plástica que se ajusta de forma ceñida sobre su capullo de energía. Dijo que esa capa brillante de conciencia era lo que los predadores consumían, y que cuando un ser humano llegaba a ser adulto, todo lo que quedaba de esa capa brillante de conciencia era una angosta franja que se elevaba desde el suelo hasta por encima de los dedos de los pies. Esa franja permitía al ser humano continuar vivo, pero sólo apenas. Como si hubiera estado en un sueño, oí a don Juan Matus explicando que, hasta donde él sabía, la humanidad era la única especie que tenía la capa brillante de conciencia por fuera del capullo luminoso. Por lo tanto, se volvió presa fácil para una conciencia de distinto orden, tal como la pesada conciencia del predador. Luego hizo el comentario más injuriante que había pronunciado hasta el momento. Dijo que esta angosta franja de conciencia era el epicentro donde el ser humano estaba atrapado sin remedio.

Aprovechándose del único punto de conciencia que nos queda, los predadores crean llamaradas de conciencia que proceden a consumir de manera despiadada y predatorial. Nos otorgan problemas banales que fuerzan a esas llamaradas de conciencia a crecer, y de esa manera nos mantienen vivos para alimentarse con la llamarada energética de nuestras seudo-preocupaciones.

III.- De cómo organizan caza los foráneos sobre los nuevos seres humanos

Soy padre de dos hijos, de un niño y una niña. Mi hijo Alejandro nació en 1993, él sufrió durante sus dos primeros años de vida, de terrores nocturnos, de hecho, a pesar de que disponía de una completa habitación para él, el niño sólo descansaba plácidamente cuando dormía con sus padres.

Pensé que la habitación era más fría, que si la oscuridad, en fín, era mi primer hijo y carente de experiencia para criar hijos, me ví obligado a someterme a su antojo de querer dormir conmigo y su madre, aunque considero que no es ni higiénico ni seguro, lo cierto es que Alejandro se crió bien y no lo sometí a un sufrimiento tremendo cada vez que él se sentía solo en una cama fría y en otro cuarto. 

Indagando en esa época sobre la naturaleza del foráneo y de cómo liberarse de él, contemplé que mi hijo carecía de foráneo y de hecho, carecía de instalación foránea, él tenía un cuenco superior HTY0 que estaba cubierto por una hemiesfera de luz con el contenido de energía cósmica como si se tratase de un aljibe, pero no tenía EGC (estructura geométrica compacta) ni depredador en su interior. Y pensé. ¡Qué suerte, mi hijo no es como otros niños que he visto! Ha nacido sin depredador, quizás sea un hombre libre, quizás existan hombres libres que convivan con hombres alienados por el foráneo como era mi caso, por entonces.

Pero noche tras noche, vigilaba a mi hijo, él dormía en su cuna, en la habitación y comenzaba la tortura, lo cambiaba, le daba el biberón, pero no me dejaba de descansar, nos turnábamos mi mujer y yo y esos meses fueron complicados para mí al tener que rendir en un trabajo que requería tener mi mente serena y mis sentimientos ecuánimes, hasta que un día, descubrí una esfera de luz azul que lo atosigaba, que lo perseguía, que lo orbitaba, luego otro día, vi otras esferas de color y tamaño diferente, nada podía hacer, eran como grandes moscardas que lo atosigaban, todas querían quedarse a vivir en Alejandro, pero no había manera y todo fue una tortura, no sólo para Alejandro, sino para mí, que era testigo de algo tan extraño y a la vez, que me estaba causando una profunda impotencia al no poder hacer nada.

Un día, cogí a mi hijo y lo llevé al monte, allí dormimos juntos, era una roca que tenía una forma de sofá, daba el sol de la tarde y tanto Alejandro como Yo nos relajábamos escuchando los pajaritos o la brisa, tomando la energía de la madre Tierra, hice una petición formal para que mi hijo fuese protegido, pero la madre me dijo que eso no era algo que yo podía hacer frente, que nos iba a costar la vida a ambos, así, que acepté con gran pesar, que Alejandro comenzase a fabricarse su propia instalación foránea y el primero que cayó ahí se quedó. A los 11 meses de edad, Alejandro ya tenía foráneo como el resto de los humanos de la Tierra. Y yo no pude hacer absolutamente nada por evitarlo, la madre Gaia, me lo dijo bien claro, o era eso, o era, morir. La conciencia humana no puede existir sin el depredador foráneo. 

IV.- ¿Cómo podemos liberarnos del depredador foráneo?

Algo debía de haber en lo que don Juan decía, pues me resultó tan devastador que a este punto se me revolvió el estómago. Después de una pausa suficientemente larga para que me pudiera recuperar, le pregunté a don Juan: -¿Pero por qué, si los chamanes del México antiguo, y todos los chamanes de la actualidad, ven los predadores no hacen nada al respecto?

-No hay nada que tú y yo podamos hacer -dijo don Juan con voz grave y triste-. Todo lo que podemos hacer es disciplinarnos hasta el punto de que no nos toquen. ¿Cómo puedes pedirles a tus semejantes que atraviesen los mismos rigores de la disciplina? Se reirán y se burlarán de ti, y los más agresivos te darán una patada en el culo. Y no tanto porque no te crean. En lo más profundo de cada ser humano, hay un saber ancestral, visceral acerca de la existencia del predador. Mi mente analítica se movía de un lado a otro como un yo-yo. Me abandonaba y volvía, me abandonó de nuevo y volvía otra vez. Lo que don Juan estaba afirmando era absurdo e increíble. Al mismo tiempo, era algo de lo más razonable, tan simple. Explicaba cada contradicción humana que se me pudiera ocurrir. ¿Pero cómo podría cualquier persona haber tomado esto con seriedad? Don Juan me empujaba al paso de una avalancha que me derribaría para siempre. Sentí otra ola de una sensación amenazante. La ola no provenía de mí, y sin embargo estaba unida a mí. Don Juan estaba haciéndome algo, algo misteriosamente positivo y a la vez terriblemente negativo. Lo sentí como un intento de cortar una fina lámina que parecía estar pegada a mí. Sus ojos estaban fijos en los míos, me miraba sin parpadear. Alejó sus ojos de mí y comenzó a hablar sin volver a mirarme. -Cuando las dudas te asalten hasta el punto de que corras peligro -dijo-, haz algo pragmático al respecto. Apaga la luz. Perfora la oscuridad. Averigua qué puedes ver. Se levantó para apagar la luz. Lo frené. 

-No, no, don Juan -dije-, no apague la luz. Estoy bien. Lo que sentía era algo fuera de lo normal, un inusual miedo a la oscuridad. El solo pensar en ella me producía jadeos. Definitivamente sabía algo visceralmente, pero ni loco lo tocaría o lo traería a la superficie, ¡por nada del mundo! 

-Viste las sombras fugaces contra los árboles -dijo don Juan, reclinándose en su silla-. Estuviste muy bien. Ahora me gustaría que las vieras en esta habitación. No estás viendo nada. Simplemente estás captando imágenes fugaces. Tienes suficiente energía para hacerlo. Temía que don Juan se levantara y apagara la luz de la habitación, y así lo hizo. Dos segundos más tarde yo estaba gritando a grito pelado. No sólo capté la visión de esas imágenes fugaces, sino que las oí zumbando en mis oídos. 

Don Juan prendió la luz mientras se doblaba de risa. -¡Qué tipo temperamental! -dijo-. Un completo incrédulo, por un lado, y por el otro un pragmatista. Tienes que arreglar esta lucha interna. Si no, vas a hincharte y a reventar como sapo. Don Juan continuó hincándome su púa más y más profundo. 

-Los chamanes del México antiguo -dijo- vieron al predador. Lo llamaron el volador porque brinca en el aire. No es nada lindo. Es una enorme sombra, de una oscuridad impenetrable, una sombra negra que salta por el aire. Luego, aterriza de plano en el suelo. Los chamanes del México antiguo estaban bastante inquietos con saber cuándo había hecho su aparición en la Tierra. 

Razonaron que era que el hombre debía haber sido un ser completo en algún momento, con estupendas revelaciones, proezas de conciencia que hoy en día son leyendas mitológicas. Y luego todo parece desvanecerse y nos quedamos con un hombre sumiso. Quería enojarme, llamarlo paranoico, pero de algún modo mi rectitud inflexible que por lo general se escondía justo por debajo de la superficie de mi ser, no estaba allí. 

Algo en mí estaba más allá de hacerle mi pregunta favorita: ¿Qué pasa si lo que él dice es verdad? Aquella noche, al tiempo que me hablaba, de todo corazón sentí que lo que me decía era verdad, pero al mismo tiempo y con igual fuerza, sentí que todo lo que me estaba diciendo era completamente absurdo. 

-¿Qué me está diciendo, don Juan? -pregunté débilmente. Mi garganta estaba constreñida. Apenas podía respirar. -Lo que estoy diciendo es que no nos enfrentamos a un simple predador. Es muy ingenioso, y es organizado. Sigue un sistema metódico para volvernos inútiles. 

El hombre, el ser mágico que es nuestro destino alcanzar, ya no es mágico. Es un pedazo de carne. No hay más sueños para el hombre sino los sueños de un animal que está siendo criado para volverse un pedazo de carne: trillado, convencional, imbécil. 

Las palabras de don Juan estaban provocando una extraña reacción corporal en mí, comparable a la sensación de náusea. Era como si nuevamente me fuera a enfermar del estómago. Pero la náusea provenía del fondo de mi ser, desde los huesos. Me convulsioné involuntariamente. Don Juan me sacudió de los hombros. Sentí mi cuello bamboleándose hacia delante y hacia atrás bajo el impacto de su apretón. Su maniobra me calmó de inmediato. Me sentí mejor, más en control. -Este predador -dijo don Juan-, que por supuesto es un ser inorgánico, no nos es del todo invisible, como lo son otros seres inorgánicos. 

Creo que de niños sí los vemos, y decidimos que son tan terroríficos que no queremos pensar en ellos. Los niños podrían, por supuesto, decidir enfocarse en esa visión, pero todo el mundo a su alrededor lo disuade de hacerlo. 

La única alternativa que le queda a la humanidad -continuó- es la disciplina. La disciplina es el único repelente. Pero con disciplina no me refiero a arduas rutinas. No me refiero a levantarse cada mañana a las cinco y media y a darte baños de agua helada hasta ponerte azul. Los chamanes entienden por disciplina la capacidad de enfrentar con serenidad circunstancias que no están incluidas en nuestras expectativas. 

Para ellos, la disciplina es un arte: el arte de enfrentarse al infinito sin vacilar, no porque sean fuertes y duros, sino porque están llenos de asombro. -¿De qué manera sería la disciplina de un brujo, un repelente? -pregunté. -Los chamanes dicen que la disciplina hace que la capa brillante de conciencia se vuelva desabrida al volador -dijo don Juan, escudriñando mi cara como queriendo encontrar algún signo de incredulidad-. El resultado es que los predadores se desconciertan. Una capa brillante de conciencia que sea incomible no es parte de su cognición, supongo. Una vez desconcertados, no les queda otra opción que descontinuar su nefasta tarea. 

Si los predadores no nos comen nuestra capa brillante de conciencia durante un tiempo -continuó-, ésta seguirá creciendo. Simplificando este asunto en extremo, te puedo decir que los chamanes, por medio de su disciplina, empujan a los predadores lo suficientemente lejos para permitir que su capa brillante de conciencia crezca más allá del nivel de los dedos de los pies. Una vez que pasa este nivel, crece hasta su tamaño natural. Los chamanes del México antiguo decían que la capa brillante de conciencia es como un árbol. Si no se lo poda, crece hasta su tamaño y volumen naturales. A medida que la conciencia alcanza niveles más altos que los dedos de los pies, tremendas maniobras de percepción se vuelven cosa corriente. 

El gran truco de esos chamanes de tiempos antiguos -continuó don Juan- era sobrecargar la mente del volador con disciplina. Descubrieron que si agotaban la mente del volador con silencio interno, la instalación foránea saldría corriendo, dando al practicante envuelto en tal maniobra la total certeza del origen foráneo de la mente. La instalación foránea vuelve, te aseguro, pero no con la misma fuerza, y comienza un proceso en que la huida de la mente del volador se vuelve rutina, hasta que un día desaparece de forma permanente. 

¡Un día de lo más triste! Ése es el día en que tienes que contar con tus propios recursos, que son prácticamente nulos. No hay nadie que te diga qué hacer. No hay una mente de origen foráneo que te dicte las imbecilidades a las que estás habituado. 

-Mi maestro, el nagual Julián, les advertía a todos sus discípulos -continuó don Juan-, que éste era el día más duro en la vida de un chamán, pues la verdadera mente que nos pertenece, la suma total de todas nuestras experiencias, después de toda una vida de dominación se ha vuelto tímida, insegura y evasiva. Personalmente, puedo decirte que la verdadera batalla de un chamán comienza en ese momento. El resto es mera preparación. 

Me puse verdaderamente agitado. Quería saber más, y sin embargo, un extraño sentimiento en mí imploraba que parara. Aludía a oscuros resultados y a castigos, algo así como la ira de Dios descendiendo sobre mí por meterme con algo velado por Dios mismo. Hice un esfuerzo supremo para permitir que mi curiosidad prevaleciera. -¿Qué-qué-qué significa usted -me escuché decir-, con eso de agotar la mente del volador? -La disciplina definitivamente agota la mente foránea -contestó don Juan-. Entonces, a través de su disciplina, los chamanes se deshacen de la instalación foránea. 

Estaba abrumado por sus afirmaciones. O bien don Juan estaba verdaderamente loco, o lo que me estaba diciendo era tan asombroso que me había congelado por completo. Noté, sin embargo, con qué rapidez junté la energía para negarlo todo. Después de un instante de pánico, comencé a reír, como si don Juan me hubiera contado un chiste. Incluso me escuché decir: -¡Don Juan, don Juan, es usted incorregible! Don Juan parecía entender todo lo que estaba sucediéndome. Movió su cabeza de lado a lado y alzó sus ojos a los cielos, en un gesto de fingida desesperación. 

IV.- El día después, cuando mi foráneo fue expulsado de mi vida

No fue algo inmediato, ni mucho menos. Conseguí cortar aquella estructura y ésta saltó desapareciendo en el infinito, se marchó a través del techo del dormitorio, para luego sentir cómo brotaba desde mi cabeza una estructura energética ficticia, emuladora.

Era 1999 y al año siguiente, encontré de nuevo al depredador en su sitio, pero fui cada vez más terco en mis pretensiones, de hecho, creo que la terquedad que poseía no era propia, sino lo que el foráneo personal sentía por mí, no estaba dispuesto por nada del mundo a abandonar su sustento, pero yo no quería su mente, una mente triste, siempre deprimida, viviendo en la contínua tragedia de la vida, que si un terremoto en Turquía mató cientos de personas, que si una bomba estalló en una estación de metro matando a no se cuantos, que si un autobús se precipitó... vamos, el mundo de los informativos, de la prensa, de los sucesos, ese mundo es el mundo mental del foráneo. Dejé de ver televisión, centrarme en mis dos empleos, en el de la mañana, analizando listados de datos buscando inferencias y realizando informes, tarea más aburrida no puede existir en el mundo, bueno quizás sí, como contar estrellas o glóbulos rojos en una placa gradillada. Por la tarde, resolviendo sistemas lineales de ecuaciones con matrices y determinantes para las clases que impartía de COU en una academia. Así, en varios meses, nuevamente surgió el foráneo de cartón piedra, aquello daba asco de contemplar, pero llegó 2001 y tras los atentados de la WTC en Nueva York, mi foráneo quedó tan fascinado con esas escenas que ví en directo al llegar a mi casa y que me quitaron las ganas de almorzar ese día, pues cuando se precipitó al suelo la primera torre, bajó una especie de saliva fría por mi esófago hasta el estómago, no podía creer que el ser humano albergase tanta maldad, luego me di cuenta, de que lo que creemos que son seres humanos, son vasijas o recipientes dirigidos por monstruos de conciencia inorgánica. Ese mismo año, sometí a nuevas decapitaciones a mi foráneo perenne y se iba, regresaba, iba y venía, y así me tuvo hasta el año 2.004, yo tenía 40 años de edad, estaba sufriendo la peor crisis personal de mi vida, quería quitarme la vida, quería el divorcio, estaba harto del trabajo, de mi vida, de todo... por fín los cambios comenzaron a producirse. Una mañana me llamó mi hijo a la oficina, diciéndome que los peces del acuario estaban muriendo uno tras otro y que no podía hacer nada por salvarlos, yo le instruí en lo que pude, pero para cuando pude llegar desde el trabajo me encontré a todos mis peces con los que había estado los últimos cuatro años acompañados, todos murieron, aquello fue un mal presagio, desde ese día todo se puso del revés.

El foráneo ya no volvió nunca más a mi vida, mi hijo Alejandro ya tenía 11 años de edad y mi hija Angie 7 años, acababa de comprarme una nueva casa en la parte del frente de la calle, pues necesitaba una vivienda con una habitación para cada hijo, estaba en una primera planta y un tramo corto de escalera, mientras que donde vivía era un cuarto piso y sin ascensor y solo tenía dos cuartos. En ese cambio, sufrí muchas cosas, y finalmente, todo sucedió tal y como el destino tenía previsto que sucediera.

Carecer de foráneo es perder el sentido de la existencia e incluso la ilusión por los proyectos de la vida, lo cierto es, que, cuando llevaba un año sin foráneo, de pronto me ví fuera de mi hogar y de mi familia y estaba viviendo lejos de allí con un completo desconocido que se encargó de destrozarme la vida. Ahora, que no tenía depredador, tenía carceleros. Por un lado, Paco y por otro, Ángela, estuve entre dos fuegos, dos depredadores que me hicieron la vida mártir entre 2005 y 2012, para cuando Paco desapareció de mi vida, Ángela ha seguido presente hasta estos días, actuando peor que el foráneo que vivía en mí. Pues el mundo está lleno de depredadores y continuamente te están retando para que luches, mates y sobrevivas. ¡Qué ascazo!

Y cierto es lo que el nagual Julián decía, pasé los peores años de mi vida.


V.- Rompiendo la relación de codependencia entre uno y el foráneo que lo domina

-Soy tan incorregible -dijo-, que voy a darle a la mente del volador, que llevas dentro de ti, una sacudida más. Te voy a revelar uno de los secretos más extraordinarios de la brujería. Te voy a describir un hallazgo que les tomó a los chamanes miles de años para verificar y consolidar. Me miró y sonrió de manera maliciosa. 

-La mente del volador huye para siempre cuando un chamán logra asirse a la fuerza vibradora que nos mantiene unidos como conglomerado de fibras energéticas. Si un chamán mantiene esa presión durante suficiente tiempo, la mente del volador huye derrotada

Y eso es exactamente lo que vas a hacer: agarrarte a la energía que te mantiene unido. Tuve la reacción más inexplicable que jamás hubiera imaginado. Algo en mí literalmente tembló, como si hubiese recibido una sacudida. Entré en un estado de miedo injustificado, el que inmediatamente relacioné con mi entrenamiento religioso. Don Juan me miró de la cabeza a los pies. 

-Temes la ira de Dios, ¿verdad? -dijo-. Quédate tranquilo, ése no es tu miedo. Es el temor del volador, que sabe que harás exactamente como te digo. Sus palabras no me calmaron en absoluto. Me sentí peor. Comencé a convulsionarme de manera involuntaria, sin poder evitarlo. 

-No te preocupes -dijo don Juan de manera calma-. Sé, de hecho, que esos ataques se extinguen de lo más pronto. La mente del volador no tiene concentración alguna. Después de un momento, todo paró, como lo había previsto don Juan. Decir nuevamente que estaba abrumado es un eufemismo. Ésta era la primera vez en mi vida, con o sin don Juan, que no sabía si iba o venía. Quería levantarme de la silla y caminar por la habitación, pero estaba mortalmente asustado. Estaba lleno de aserciones racionales, y a la vez repleto de un miedo infantil. Comencé a respirar profundo, mientras un sudor frío me cubría todo el cuerpo. De alguna manera se había desatado en mí una horrenda visión: sombras negras, fugaces brincando a mi alrededor, dondequiera que mirara. Cerré los ojos y me recliné sobre el brazo de la silla. 

-No sé para dónde mirar, don Juan -dije-. Esta noche ha logrado realmente que me pierda. 

-Estás desgarrado por una lucha interna -dijo don Juan-. Muy en lo profundo, sabes que eres incapaz de rechazar el acuerdo de que una parte indispensable de ti, tu capa brillante de conciencia, servirá de alimento incomprensible a unas entidades, naturalmente, también incomprensibles. Y otra parte de ti se opondrá a esta situación con toda su fuerza. 

La revolución de los chamanes -continuó-, es que se rehúsan a honrar acuerdos en los que no han participado. Nadie me preguntó si consentía ser comido por seres de otra clase de conciencia. Mis padres me trajeron a este mundo para ser comida, sin más, como lo fueron ellos; fin de la historia. 

Don Juan se levantó de la silla y estiró los brazos y las piernas. 

-Llevamos horas aquí sentados. Es hora de entrar en la casa. Yo voy a comer. ¿Quieres comer conmigo? Le dije que no. Mi estómago estaba revuelto. 

-Mejor vete a dormir -dijo- El bombardeo te ha devastado. No necesité que me insistiera. Me derrumbé en mi cama y caí dormido como un tronco. Ya en casa, a medida que pasaba el tiempo, la idea de los voladores se volvió una de las principales fijaciones de mi vida. Llegué a pensar que don Juan tenía toda la razón. Por más que intentara, no podía rechazar su lógica. Mientras más lo pensaba, y mientras más me observaba y hablaba con mis prójimos, la convicción era más y más intensa de que algo nos impedía toda actividad o interacción o pensamiento que no tuviese como punto focal, el yo. Mi preocupación, como la preocupación de cualquiera que yo conociera o con el que yo hablara, era el yo. Como no encontraba explicación para tal homogeneidad universal, concluí que la línea de pensamiento de don Juan era la más apropiada para elucidar el fenómeno. Me sumergí tanto como pude en lecturas de mitos y leyendas. Al leer, experimenté algo que nunca antes había sentido: cada uno de los libros que leí era una interpretación de mitos y leyendas. En cada uno de esos libros, una mente homogénea se hacía patente. Los estilos diferían, pero el impulso detrás de las palabras era homogéneamente el mismo: a pesar de ser el tema algo tan abstracto como los mitos y las leyendas, los autores se las arreglaban siempre para encajar afirmaciones acerca de ellos mismos. El impulso común detrás de cada uno de estos libros no era el tema que anunciaban; era, en su lugar, autoservicio. Nunca antes me había dado cuenta de esto. Atribuí mi reacción a la influencia de don Juan. 

La pregunta inevitable que me hacía a mí mismo era: ¿Será que don Juan me está influyendo para verlo de esta manera, o hay realmente una mente foránea dictándonos todo lo que hacemos? Viraba otra vez, obligadamente, a la negación, e iba como loco de negación a aceptación a negación. Algo en mí sabía que don Juan quería llegar a un hecho energético, pero algo de igual importancia en mí sabía que era todo un disparate. El resultado final de mi lucha interna vino bajo la forma de un presentimiento, la sensación de que algo peligroso e inminente se acercaba. 

Hice una gran cantidad de estudios antropológicos en el tema de los voladores en otras culturas, pero no encontré referencia alguna. Don Juan parecía ser la única fuente de información sobre el tema. La siguiente vez que lo vi, me apresuré a hablarle de los voladores. -He hecho lo posible por ser racional sobre el tema -dije-, pero no puedo. Hay momentos en que estoy totalmente de acuerdo con usted acerca de los predadores. 

-Enfoca tu atención en las sombras fugaces que puedes ver -dijo don Juan con una sonrisa. Le dije a don Juan que esas sombras fugaces terminarían con mi vida racional. Las veía por todas partes. Desde que me había ido de su casa, era incapaz de dormirme en la oscuridad. Dormir con las luces encendidas no me molestaba en absoluto. Sin embargo, en cuanto las apagaba todo a mi alrededor comenzaba a dar saltos. Nunca veía figuras o formas completas. Todo lo que veía eran sombras fugaces negras. 

-La mente del volador no te ha abandonado -dijo don Juan-. Ha sido seriamente injuriada. Está haciendo lo posible por restablecer su relación contigo. Pero algo en ti se ha roto para siempre. El volador lo sabe. El verdadero peligro está en que la mente del volador te puede vencer agotándote y forzándote a abandonar jugando con la contradicción entre lo que ella te dice y lo que yo te digo. 

Te digo, la mente del volador no tiene competidores -continuó don Juan-. Cuando se propone algo, está de acuerdo con su propia proposición, y te hace creer que hiciste algo de valor. La mente del volador te dirá que lo que don Juan Matus te está diciendo es puro disparate, y luego, la misma mente estará de acuerdo con su propia proposición. "Sí, por supuesto, es un disparate", dirás. 

Así nos vencen. Los voladores son una parte esencial del universo -continuó-, y deben tomarse como lo que son realmente: asombrosos, monstruosos. Son el medio por el cual el universo nos pone a prueba. Somos sondas creadas por el universo -siguió, como si yo no estuviera presente-, y es porque somos poseedores de energía con conciencia, que somos los medios por los que el universo se vuelve consciente de sí mismo. Los voladores son los desafiantes implacables. No pueden ser considerados de ninguna otra forma. Si lo logramos, el universo nos permite continuar. 


V.- La ruptura necesaria e inevitable para ser de nuevo lo que siempre hemos sido: conciencia universal

De lo que don Juan habla acerca de esa misteriosa energía que manteniene unida todo un conglomerado de objetos que forman nuestro cuerpo energético, en otros libros de Castaneda se denomina INTENTO. El intento es la fuerza que mantiene cohesionados los objetos para formar sistemas compactos concienciativos.

Por ello, si nosotros somos un conjunto de objetos: los definí en cierto modo, en el punto I de este artículo: Chakras (vórtices de energía), canales meridianos, tubos, permutables, anillos... estructuras energéticas: envolventes, cápsidas, placas... pero uno es todo eso formando un conjunto, un  conglomerado compacto, unido pero a la vez, dinámico y hasta caótico, somos una estructura fija y a la vez flexible con el resto de campos e interacciones de energía con los que lidiamos continuamente.

El INTENTO es VOLUNTAD. 

De nuestro ombligo surgen un multihaz de fibras de filamentos energéticos que actúan como enormes elásticos y son como patas de pulpo que se adhieren a los objetos y los intenta, es decir, realiza toda una acción táctil para percibir a través de la energía tal y como es y fluye por el universo.  A este conglomerado de energía yo lo denomino [V] o las fibras de la voluntad. Existen otros multihaces de fibras a lo largo del cuerpo como en los centros de cada mano y en las muñecas, son chakras de tipo secundario pero emiten mutihaces de fibras energéticas de gran compacidad y muy elásticas. También hay en los ojos, en el centro de la frente, en las rodillas, en los tobillos, en fín, y creo que en muchos más sitios que desconozco aún, pues el cuerpo energético es muy voluble y presenta cambios continuos a medida que es percibido con las fibras de la voluntad, estas son las que nos hacen «ver».

Si tomamos la voluntad como referencia, la disciplina no es madrugar a las 5 de la mañana cada día o tomarse baños de agua fría, tal y como dice don Juan, la disciplina es mantener a raya la instalación foránea limpia y que no la pueda ocupar nada. Para ello es necesario, con el intento, con la voluntad, con esa energía que yo manejo desde la visualización recreativa, la construcción de estructuras imaginarias en un principio pero que luego se hacen realidad, así, comencé por limar el muelle de anclaje de la EGC, ese anillo es el anillo de Sahasrara (el más alto de todos en la cabeza) que comienza siendo un anillo y acaba formando un cuenco orientado hacia el cielo para captar prana, yo tomé y a medida que pasaron los años entre 2007 y 2009, la energía de conciencia dorada y brillante que crecía desde mis pies y ya llegó a estar por encima de mi cabeza (tardó muchos años en conseguirlo, entre 2004 y 2009, como cinco años), tomé esa energía y construí una cúpula esférica para proteger el cuenco superior HTY2, había un líquido en su interior de color dorado, que es pranayama (energía procedente del universo) y que es utilizada para mezclarse con la telúrica en Ajña y convertirla en soma, alimento energético para los cinco cuerpos. Luego construí un icosaedro dorado y precioso y lo dejé albergado en su interior, tengo un HTY igual que todos los demás, para cualquier foráneo que me contemple, sabrá que soy un taxi ocupado y no me hostigará.

VI.- El silencio interno como barrera

Quería que don Juan siguiera hablando. Pero sólo dijo: 

-El bombardeo terminó la última vez que estuviste aquí; no hay más qué decir acerca de los voladores. Es tiempo de otra clase de maniobra. 

Esa noche no pude dormir. Caí en un sopor liviano a la madrugada, hasta que don Juan me sacó de la cama, y me llevó a una caminata por las montañas. Donde él vivía, la configuración de las montañas era muy distinta a la del desierto de Sonora, pero me dijo que no me entregara a comparar, ya que después de caminar un kilómetro, todos los lugares del mundo son iguales. 

-Disfrutar del panorama es para gente que pasea en automóviles -dijo-. Van a gran velocidad sin hacer ningún esfuerzo. Los panoramas no son para caminantes. Por ejemplo, cuando vas en coche puedes ver una montaña gigantesca que te abruma con su belleza. La vista de esa montaña no te va a abrumar de la misma forma si la ves mientras vas de a pie; te va a abrumar de otra forma, especialmente si debes escalarla o rodearla. La mañana estaba muy calurosa. Caminamos por el lecho seco de un río. Una cosa en común entre este valle y el desierto de Sonora eran los millones de insectos. Los mosquitos y las moscas a mi alrededor parecían bombarderos suicidas que apuntaban a mi nariz, a mis ojos y a mis orejas. Don Juan me dijo que no les prestara atención a sus zumbidos. -No trates de espantarlos con tus manos -me lanzó en tono firme-. Intenta que se alejen. Forma una barrera energética a tu alrededor. Estáte en silencio, y desde ese silencio se construirá la barrera. Nadie sabe cómo se hace. Es una de esas cosas que los chamanes llaman hechos energéticos. Para tu diálogo interno. Eso es todo lo que se necesita. Quiero proponerte una idea un poco rara -continuó don Juan mientras caminaba delante de mí. Yo tenía que acelerar mis pasos para mantenerme cerca de él, y así no perderme nada de lo que él decía. -Tengo que insistir en que es una idea rara que encontrará en ti infinita resistencia -dijo-. Debo advertirte que no la aceptarás con facilidad. Pero no por el hecho de que es rara debes rechazarla. Eres un científico social. Por lo tanto, tu mente está siempre abierta a la investigación, ¿verdad? Don Juan se estaba burlando de mí desvergonzadamente. Yo lo sabía, pero no me molestaba. Quizá porque él caminaba tan rápido y yo debía seguirle el paso haciendo tremendos esfuerzos, su sarcasmo se deslizaba sobre mí, y en lugar de molestarme, me hacía reír. Mi atención total estaba enfocada en lo que él decía, y los insectos, o bien dejaron de molestarme porque había intentado una barrera a mi alrededor, o porque estaba tan ocupado escuchando a don Juan, que ya no me molestaban sus zumbidos. -La idea rara -dijo lentamente, midiendo el efecto de sus palabras- es que todo ser humano en esta Tierra parece tener las mismas reacciones, los mismos pensamientos, los mismos sentimientos. Parecen responder de la misma manera a los mismos estímulos. Esas reacciones parecen estar en cierto modo nubladas por el lenguaje que hablan, pero si escarbamos esa superficie son exactamente las mismas reacciones que asedian a cada ser humano en la Tierra. Me gustaría que esto te causara curiosidad como científico social, por supuesto, y que veas si puedes explicar esta homogeneidad. Don Juan recolectó una serie de plantas. Algunas apenas eran visibles. Parecían ser algas, musgos. Mantuve abierta su bolsa y dejamos de hablar. Cuando tuvo suficientes plantas, se encaminó hacia su casa y comenzó a caminar a toda velocidad. Dijo que quería limpiar y separar esas plantas y ordenarlas antes de que se secaran demasiado. Yo me encontraba absorto pensando en la tarea que él me había delineado. Comencé por pensar si conocía algún artículo o trabajo sobre el tema. Supuse que debía investigarlo, y decidí que comenzaría por leer todo lo escrito sobre «carácter nacional». Me entusiasmé de manera fortuita con el tema, y quería volver en seguida a mi casa y emprender la tarea con seriedad; sin embargo, antes de llegar a su casa, don Juan se sentó en una saliente alta que daba sobre el fondo del valle. No dijo nada por un rato. No le faltaba el aire. Yo no comprendía por qué se había detenido a sentarse.

 -La tarea del día, para ti -dijo abruptamente, en tono de presagio-, es una de las tareas más misteriosas de la brujería, algo que va más allá del lenguaje, más allá de las explicaciones. Hoy nos fuimos de caminata, hablamos, porque el misterio de la brujería debe ser amortiguado con lo mundano. Debe partir de la nada, y debe volver nuevamente a la nada. Ése es el arte del guerrero-viajero: pasar por el ojo de una aguja sin ser notado. Por tanto, prepárate acomodando tu espalda contra esta pared de roca, lo más lejos posible del borde. Estaré cerca de ti, en caso de que te desmayes o te caigas. 

-¿Qué está tramando, don Juan? -pregunté, y mi alarma era tan patente que en seguida bajé la voz. -¿Quiero que cruces las piernas y entres en un estado de silencio interno -dijo-. Digamos que quieres averiguar qué artículos podrías buscar para desacreditar o comprobar lo que te he pedido que hagas en tu medio académico. Entra en el silencio interno, pero no te duermas. Éste no es un viaje al oscuro mar de la conciencia. Esto es ver desde el silencio interno. Me era bastante difícil entrar en un estado de silencio interno sin quedarme dormido. Luché contra el casi invencible deseo de dormir. Logré evitarlo, y me encontré mirando el fondo del valle desde la impenetrable oscuridad que me rodeaba. Y luego vi algo que me estremeció hasta los huesos. Vi una sombra gigantesca, quizá de un ancho de cinco metros, saltando en el aire y luego aterrizando con un golpe ahogado y silencioso. Sentí el golpe en mis huesos, pero no lo oí. 

-Son verdaderamente pesados -don Juan me dijo al oído. Me estaba agarrando del brazo izquierdo, lo más fuerte que podía. Vi algo, como una sombra de barro meneándose en el suelo, y luego dio otro salto, quizá de unos quince metros, y volvió a aterrizar con el mismo silencioso golpe. Estaba aterrorizado más allá de todo lo que racionalmente pudiera usar como descripción. Mantuve mis ojos fijos en la sombra saltando en el fondo del valle. Luego escuché un zumbido peculiar, una mezcla entre el sonido de un batir de alas, y el sonido de una radio que no ha sintonizado la frecuencia de una estación, y el golpe que siguió fue algo inolvidable. Nos sacudió a don Juan y a mí hasta los huesos -una gigantesca sombra de barro negra acababa de aterrizar a nuestros pies. -No te asustes -dijo don Juan en tono imperativo-. Mantén tu silencio interno y la sombra se irá. Yo temblaba de pies a cabeza. Tenía la clara impresión de que si no mantenía mi silencio interno activo, la sombra de barro me envolvería como una frazada y me sofocaría. Sin perder la oscuridad a mi alrededor, grité con toda mi fuerza. Nunca había sentido tanto enojo, tanta frustración. La sombra de barro dio otro salto, claramente hacia el valle. Continué gritando mientras sacudía mis piernas. Quería deshacerme de lo que fuera que viniera a comerme. Mi estado nervioso era tal, que perdí la noción del tiempo. Quizá me desmayé. Cuando recuperé el sentido, estaba recostado en mi cama en casa de don Juan. Tenía una toalla, empapada de agua helada, envuelta sobre la frente. Ardía de fiebre. Una de las compañeras de don Juan me frotaba la espalda, el pecho y la frente con alcohol, pero no sentía ningún alivio. El calor que sentía provenía de mí mismo. La impotencia y la ira lo generaban. Don Juan reía como si lo que me sucedía fuera lo más gracioso en el mundo. Sus carcajadas resonaban una tras otra. -Jamás se me hubiera ocurrido que tomarías el ver a un volador tan a pecho -dijo. Me tomó de la mano y me llevó a la parte posterior de su casa, donde me sumergió en un enorme tanque de agua, completamente vestido, con zapatos, reloj, y todo. -¡Mi reloj, mi reloj! -grité. Don Juan se contorsionaba de risa. -No deberías usar reloj cuando vienes a verme -dijo-. ¡Ahora lo chingaste por completo! Me saqué el reloj y lo puse a un lado de la bañera. Recordé que era a prueba de agua y que nada le hubiera sucedido. Estar sumergido en el tanque me ayudó inmensamente. Cuando don Juan me ayudó a salir del agua helada, yo había recuperado cierto grado de control. -¡Esa visión es absurda! -no hacía yo otra cosa que repetir, incapaz de decir nada más. El predador que don Juan había descrito no era benévolo. Era enormemente pesado, vulgar, indiferente. Sentí su despreocupación por nosotros. Sin duda, nos había aplastado épocas atrás, volviéndonos, como don Juan había dicho, débiles, vulnerables y dóciles. Me quité la ropa húmeda, me cubrí con un poncho, me senté en la cama, y lloré desconsoladamente, pero no por mí. Yo tenía mi ira, mi intento inflexible, para no dejarme comer. Lloré por mis semejantes, especialmente por mi padre. Nunca supe, hasta ese momento, que lo quería tanto. -Nunca tuvo la opción -me escuché repetir una y otra vez, como si las palabras no fueran realmente mías. Mi pobre padre, el ser más generoso que conocía, tan tierno, tan gentil, tan indefenso.

VI.- Comentario sobre la meditación y mantener la mente a raya

Si hay algo de lo que estoy seguro, es que lo que he podido interpretar en los escritos de Castaneda, han sido utilizados en mi vida práctica, quizás algunos piensen que perdí la cabeza hace tiempo, y es posible que tengan razón, creo que la perdí y lo hice a propósito, pues en el momento en que corté mi relación de codependencia con mi foráneo, he dejado de sentirme como me sentía, he abandonado morbilidades, acciones repetitivas, una mente saturada de ideas enfermantes y aunque me he vuelto bastante racional (nunca he estado tan lúcido como lo estoy hoy en día), desapareció ese manto que me tenía obnubilado, ahora veo de frente y con claridad, siento, percibo, pero tampoco estoy tocado con la obsesión de la percepción acrecentada, simplemente me limito a vivir una vida tranquila a mis sesenta años, haciendo lo cotidiano, limpiar, cocinar, pasear, leer, tomar el sol y poco más, pues mi vida se ha simplificado enormemente en los últimos diez años. Pero medito a diario, practico silencios prolongados y eso me tiene curado, realmente es difícil para el parloteo continuo de la mente, pero hay que callar, y hacer callar a quienes nos quieren atosigar, sea la TV, una conversación telefónica, todo eso es verborrea, es tan inútil y futil que no vale ni la pena pararse a considerarlo, es mejor ser felices disfrutando de la experiencia de la vida, de estar vivos y no apenarse tanto, ni sentir tanta ira, ciertamente, estamos viviendo un tiempo histórico realmente crítico, las guerras, los peligros reales de extinción: calentamiento global, extinción de la vida, contaminación... la cuestión de la economía, la carestía de la vida, en fín... ¿Vale la pena centrarse en eso? Yo creo que la mejor manera de ser un infeliz y de desaprovechar la experiencia de sentirnos vivos es conectar con toda esa inmundicia. Tratemos de liberarnos y ser nosotros mísmos, a lo mejor descubrimos, lo mágicos que somos.



lunes, 15 de abril de 2024

EL CIELO CIRCUMPOLAR

 

Crédito de la imagen: Roberto Bravo (AstroAfición) https://astroaficion.com/2013/07/09/el-cielo-de-verano/

Hay estrellas que nunca se ponen ni salen, siempre están en el cielo, danzando, formando círculos en torno al polo celeste, estamos definiendo las ESTRELLAS CIRCUMPOLARES [https://es.wikipedia.org/wiki/Estrella_circumpolar] y la región de cielo, que tiene forma circular (en realidad, casquete esférico al considerar la bóveda celeste como una esfera), donde se encuentran todas esas estrellas circumpolares se le denomina CIELO CIRCUMPOLAR. El CC tiene su origen en el polo celeste o eje del mundo y tiene un radio φ equivalente a la latitud del lugar del observador.


NORTE MAGNÉTICO, NORTE VERDADERO Y ESTRELLA POLAR
Nuestra estrella polar (hemisferio norte) es Cinosura (alpha ursae minoris) que los griegos llamaron con cariño «cola de perro» ya que esta estrella, en esos tiempos, a cierta distancia del polo, hacía un pequeño círculo en torno al polo que los marineros helenos y fenicios percibían y de ahí que les recordara al movimiento de la cola de un perro. En griego se escribe Κυνοσούρα y se dice /kinosúra/. En el hemisferio austral Sigma octantis es la estrella polar austral pero su magnitud es de  +5.5 (es de muy débil brillo). Cinosura se trasladó al nombre que recibió el carro de la Osa Menor en su totalidad, la estrella, hoy conocida como Polaris, en realidad, es un título accidental que tiene, pues no siempre será nuestra estrella polar, sino que con el paso de los siglos irá alejándose a partir del siglo XXII indefinidamente, para que otra estrella ocupe esta privilegiada posición, momento en el que quizás vuelva a recuperar su nombre original.

Un observador del hemisferio norte tiene que darle la espalda al norte y mirar hacia al sur debido a que en el horizonte norte siempre va a encontrar las mismas constelaciones y estrellas de manera permanente. Esa región celeste se denomina CIELO CIRCUMPOLAR BOREAL (CCB) y se calcula muy fácilmente. De igual manera, para el observador del hemisferio austral, tiene que dar la espalda al Sur, porque siempre encontrará las mismas constelaciones todo el año, ese es el CIELO CIRCUMPOLAR AUSTRAL (CCA) y para poder ver las nuevas constelaciones tiene que orientarse hacia el norte.

El cielo circumpular tiene forma de casquete esférico y en mapas se representa como un círculo de radio φ y que parte del polo celeste correspondiente al hemisferio del observador. Siendo φ la latitud geográfica del lugar, la altura del polo boreal tiene el mismo ángulo φ, que no es exactamente donde se encuentra la estrella Polar, pues esta gira a corta distancia en torno al eje del mundo a una distancia de algo más de medio grado, concretamente a 38' de arco, algo ligeramente superior al diámetro de la Luna llena (29') y que hasta el año 2.100 irá reduciéndose esta distancia hasta que nuevamente volverá a separarse cada vez más, todo ello, debido al efecto de la precesión de los equinoccios.

Mi latitud geográfica es 37º N, si deseas conocer las coordenadas de tu lugar de observación entra en: Cálculo de la declinación magnética en la Península y Baleares - Instituto Geográfico Nacional (ign.es) entonces, tomando una brújula, busco el norte magnético en el horizonte, el norte magnético difiere respecto al norte verdadero, se puede consultar la desviación magnética en el enlace anterior, en mi caso, me sale un desvío de 17' hacia el E. Por lo tanto, calculo 17' al E de donde me marca la brújula el Norte y así, conozco el  norte verdadero, luego elevo un ángulo de 37º desde el punto norte verdadero del horizonte utilizando un telescopio con montura ecuatorial y movimiento lento, así, el telescopio tiene que enfocar a la estrella Cinosura (Polaris) y si ponemos una retícula al ocular, encontraremos la estrella a una distancia del Polo Boreal o Eje del Mundo, en torno a los 38' de arco.

DEMARCACIÓN DEL CIELO CIRCUMPOLAR

Tomando un mapa del cielo adecuado (usando una fotocopia), podemos demarcar cuál es el cielo circumpolar para nuestro lugar de observación y así tener identificadas estas estrellas, que siempre veremos siempre en nuestro cielo.

La región circumpolar para una latitud templada es un círculo que parte desde el horizonte norte verdadero y se alza 2φ en altura. 

Así, para mi lugar de observación, siendo mi latitud de 37º, mi cielo circumpolar se alza a una altura de 74º, he aquí dos imágenes de mi cielo circumpolar separadas por seis horas o seis meses, siempre está girando en sentido E-W (E a la derecha) y gira a razón de una vuelta cada 24 horas (es el giro de rotación del planeta).






Para comprender la dinámica de la circumpolaridad, veamos ejemplos. Un  observador situado en el polo norte (o sur, es lo mismo) verá el polo celeste en su cénit, es decir, en el punto más alto del cielo, por encima de nuestra cabeza y el horizonte será prácticamente, el ecuador celeste, por lo tanto, el hemisferio completo que estaremos presenciando será siempre el hemisferio boreal, no habrá cambios en ese cielo, pues todo es circumpolar y gira rotacionalmente en sentido E a W, indefinidamente. No salen nuevas constelaciones ni se ocultan otras, como sucede en un cielo de latitud templada.


Si nos trasladamos al ecuador, no tenemos cielo circumpolar debido a que el polo norte es un punto cercano al horizonte norte verdadero y el polo sur es otro punto cercano al horizonte sur verdadero de tal modo, que el ecuador va desde el este hasta el oeste pasando por el cénit y contínuamente van entrando nuevas constelaciones de ambos hemisferios por el este y ocultándose otro tanto por el oeste. La fórmula nos lo dice, que siendo la latitud φ = 0º, el radio del círculo circumpolar es cero, en consecuencia, no hay cielo circumpolar para un observador ecuatorial. Estas mismas explicaciones son perfectamente válidas para cualquier otra latitud del hemisferio austral.

          EL MERIDIANO DEL LUGAR

Un segmento imaginario entre el punto N y  S que pasa por el cénit del lugar es el meridiano. Las estrellas pasan por el meridiano a su máxima altura o culminación superior y las estrellas circumpolares pasan dos veces por el meridiano, una por el punto más alto: culminación mayor y otra por el punto más bajo: culminación menor.

Nota sobre la imagen: Sólamente las estrellas circumpolares presentan dos culminaciones respecto al meridiano del lugar. La superior y la inferior, tal y como se observa en esta fotografía de larga exposición, donde las estrellas impresionan un arco de luz en un movimiento aparente (en realidad es la Tierra rotando) de algo más de una hora de exposición. Las estrellas giran aparentemente en torno al polo celeste, de Este a Oeste en el hemisferio boreal y de Oeste a Este en el austral.

Las estrellas no circumpolares sólamente hacen su paso por el meridiano en su culminación superior, es decir, a su máxima altura sobre el horizonte local. El Sol, define las estaciones en función de sus culminaciones a lo largo del año y ello es debido a que la inclinación del eje de la Tierra varía a lo largo de su órbita hasta un máximo de 23º 27'. 



Imagen: Para un observador del hemisferio norte, el Sol alcanza su máxima culminación sobre el meridiano (su mayor altura) al comienzo del solsticio de verano, de ahí que los rayos caigan más perpendicularmente y se eleve la temperatura en superficie, además, permanece más horas en el cielo, muy al contrario que en invierno que alcanza escasa altura y permanece menos tiempo en el cielo. 

EL CIELO VISIBLE Y EL CIELO NO VISIBLE

Al igual que tenemos un cielo circumpolar donde todas sus estrellas son visibles todas las noches del año, hay un cielo que el planeta nos impide contemplar, un cielo no visible, se trata del CIELO CIRCUMPOLAR OPUESTO, en este caso, para un observador boreal es el CIELO CIRCUMPOLAR AUSTRAL (CCA). 

Vamos a calcular cuál es la declinación austral máxima que podemos ver sobre el horizonte sur desde un punto de observación norteño.

LA DISTANCIA CENITAL es el ángulo complementario a φ, que es por otro lado, nuestra latitud geográfica. Como ángulo complementario, restamos a 90 el ángulo, es decir:

90 - φ

Si mi latitud es +37º N, la distancia cenital es 90 - 37 = 53º

Esto significa dos cosas:

1. Toda estrella cuya declinación sea superior a 53º N será una estrella circumpolar boreal, luego estará permanentemente visible para el observador norteño.
2. Toda estrella cuya declinación sea inferior a 53º S será una estrella circumpolar austral y estará permanentemente invisible para el observador norteño.

Si tomamos un observador que viva a una latitud austral de 30º S, como podría ser en Coquimbo (Chile) o Porto Alegre (Brasil) tenemos que la distancia cenital será de 90 - 30 = 60º

Esto se interpreta que:

1. Toda estrella cuya declinación sea superior a 60º N será una estrella circumpolar boreal, luego estará permanentemente invisible para el observador sureño.
2. Toda estrella cuya declinación sea inferior a 60º S será una estrella circumpolar austral y estará permanentemente visible para el observador sureño.

DE CÓMO DESCUBRÍ A CANOPUS DESDE MI CASA EN EL HEMISFERIO NORTE

Es una buena idea tomar un mapa estelar con una proyección ortogonal tipo Mercator y marcar a rotulador la línea que marca la declinación limitante entre cielo visible y cielo invisible. De esta manera, descubrí accidentalmente que desde mi casa, en dirección SUR y mirando al mar (horizonte inferior al matemático por efecto de curvatura de la superficie terrestre y mi altura de visión), encontré a muy baja altura sobre el horizonte, la estrella Canopus, desde mi latitud en Málaga (España) φ = 36º 43'    90 - φ = 53º 17'

Canopus (Alfa carinae)   δ = 52º 41'  45"  magnitud aparente 0.72
La altura máxima de Canopus sobre mi horizonte es la diferencia entre su declinación y la distancia cenital local.

53º 16'  60"                 52º 76'
52º 41'  45" (-)            52º 41'
________                 _____
               15"                         35'

Así, la altura máxima de Canopus es de 35' 15", prácticamente el diámetro de una luna llena, sin embargo, debido a la extinción de la luz por la atmósfera terrestre, la magnitud de esta estrella era superior a 3, y pude observala a través de binoculares, a simple vista es casi imposible, debido a el efecto de extinción por un lado y al exceso de humedad marina por otro.🔭